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Capítulo 7: SOCIEDAD HUMANA
Capítulo 7: SOCIEDAD HUMANAComo especie, el g�nero humano es gregario, pasa la vida en compa��a de otros seres de la misma especie. Se organiza en varias clases de agrupamientos sociales, como hordas n�madas, pueblos, ciudades y naciones, dentro de los cuales trabaja, comercia, juega, se reproduce e interact�a de diferentes formas. A diferencia de otras especies, combina la socializaci�n con cambios deliberados en el comportamiento y organizaci�n sociales a trav�s del tiempo. En consecuencia, las pautas de sociedad humana difieren de un lugar a otro, de una era a otra y de una cultura a otra, haciendo del mundo social un medio muy complejo y din�mico. El conocimiento de la conducta humana proviene de muchas fuentes. Los puntos de vista presentados aqu� se basan principal mente en la investigaci�n cient�fica pero tambi�n debe reconocerse que la literatura, el teatro, la historia, la filosof�a y otras disciplinas no cient�ficas contribuyen de manera significativa a la comprensi�n de tal conducta. Los cient�ficos sociales estudian el comportamiento humano a partir de una variedad de perspectivas culturales, pol�ticas, econ�micas y psicol�gicas, haciendo uso de enfoques cualitativos y cuantitativos. Buscan patrones consistentes de comportamiento individual y social, y proponen explicaciones cient�ficas de ellos. En algunos casos, tales patrones pueden parecer obvios una vez que se se�alan, aunque pueden no haber sido parte de la manera en que la mayor�a de las personas conceptualiza el mundo de un modo consciente. En otros casos, las pautas como lo ha revelado la investigaci�n cient�ficapueden mostrar que las creencias a�ejas sobre ciertos aspectos del comportamiento humano son incorrectas. Este capítulo abarca recomendaciones acerca de la sociedad humana en t�rminos de conducta individual y grupal, organizaciones sociales y procesos de cambio social. Se basa en un enfoque particular de la materia: el esbozo de un cuadro comprensible del mundo que sea compatible con los hallazgos de las distintas disciplinas dentro de las ciencias sociales como la antropolog�a, econom�a, ciencia pol�tica, sociolog�a y psicolog�a pero sin intentar describir los descubrimientos por si mismos o las metodolog�as que los sustentan. El capítulo describe siete aspectos clave de la sociedad humana:
1. efectos culturales sobre la conducta humana, 2. organizaci�n y
comportamiento de grupos, 3. procesos de cambio social, 4. trueques
sociales, 5. formas de organizaci�n econ�mica y pol�tica, 6. mecanismos
para resolver conflictos entre individuos y grupos, y 7. sistemas
sociales, nacionales e internacionales. Aunque muchas de las ideas
son aplicables a todas las sociedades humanas, este capítulo
se centra principalmente en las caracter�sticas sociales de la vida
actual en los Estados Unidos de Am�rica.
EFECTOS CULTURALES EN EL COMPORTAMIENTOLa conducta humana es afectada por la herencia gen�tica y por la experiencia. Las formas en que las personas se desarrollan se moldean por la experiencia y las circunstancias sociales dentro del contexto de su potencial gen�tico heredado. La pregunta cient�fica es justamente de qu� manera la experiencia y el potencial hereditario interact�an para producir el comportamiento humano. Cada persona nace dentro de un ambiente social y cultural familia, comunidad, clase social, idioma, religi�n y a la larga desarrolla muchas relaciones sociales. Las caracter�sticas del medio social de un ni�o afectan la manera en que aprende a pensar y a comportarse, por medio de la ense�anza, premios y castigos, por ejemplo. Este ambiente incluye el hogar, la escuela, el vecindario y quiz� tambi�n las iglesias locales y las dependencias encargadas de hacer cumplir la ley. Asimismo, existen las interacciones m�s informales del ni�o con amigos, otros compa�eros, parientes, y medios de comunicaci�n y entretenimiento. No suele ser predecible la manera en que los individuos responder�n a todas estas influencias, o cu�l de ellas ser� m�s fuerte. No obstante, hay cierta similitud sustancial en la forma en que los individuos responden al mismo patr�n de influencias, o sea haber crecido en la misma cultura. Adem�s, las pautas de conducta inducidas por la cultura, como los modelos de habla, el lenguaje corporal y las formas de humor, llegan a arraigarse tan profundamente en la mente humana que con frecuencia operan sin que los mismos individuos est�n muy conscientes de ellas. Cada cultura tiene una red de patrones y significados algo diferente: formas de ganarse la vida, sistemas de comercio y gobierno, funciones sociales, religiones, tradiciones en vestido, alimentos y artes, expectativas de conducta, actitudes hacia otras culturas y creencias y valores sobre todas estas actividades. Dentro de una gran sociedad puede haber muchos grupos con subculturas muy distintas que se asocian con la regi�n, el origen �tnico o la clase social. Si una sola cultura domina en una vasta regi�n, sus valores pueden considerarse correctos y pueden promoverse, no s�lo por las familias y los grupos religiosos, sino tambi�n por las escuelas y los gobiernos. Algunas subculturas pueden emerger de entre categor�as sociales especiales (como los hombres de negocios y los criminales), algunas de las cuales pueden pasar las fronteras nacionales (como las de los m�sicos y cient�ficos). Justas o injustas, deseables o indeseables, las distinciones sociales son una parte sobresaliente de casi toda cultura. La forma de �stas varia con el lugar y tiempo, incluyendo en ocasiones castas r�gidas, jerarqu�as tribales o de clan y a veces una clase social m�s flexible. Las distinciones de clase se hacen sobre todo con base en la riqueza, educaci�n y ocupaci�n; pero tambi�n es probable que se asocien con otras diferencias subculturales, como vestido, dialecto y actitudes hacia la escuela y el trabajo. Estas distinciones econ�micas, pol�ticas y culturales se reconocen por casi todos los miembros de una sociedad y algunos de ellos las resienten. La clase dentro de la cual nacen las personas afecta el lenguaje, la dieta, los gustos e intereses que tendr�n cuando ni�os y, por consiguiente, influye en la manera en que percibir�n el mundo social. Adem�s, la clase determina qu� presiones y oportunidades experimentar�n las personas y, por tanto, afectar� el rumbo que posiblemente tomen sus vidas, incluyendo escolaridad, ocupaci�n, matrimonio y modelo de vida. No obstante, muchas personas viven vidas muy diferentes de las normas de su clase. La facilidad con la que alguien puede cambiar de clase social var�a enormemente con el tiempo y lugar. Durante la mayor parte de la historia humana, los individuos han estado casi seguros de vivir y morir en la clase donde nacieron. Los momentos de gran movilidad ascendente han ocurrido cuando una sociedad se ha encargado de nuevas empresas (por ejemplo, en el territorio o la tecnolog�a), por lo que ha necesitado m�s personas en ocupaciones de clase m�s alta. En algunas partes del mundo actual, un n�mero cada vez m�s grande de seres humanos est�n saliendo de la pobreza por medio de la oportunidad educacional o econ�mica, mientras que en otras, altas cifras se est�n empobreciendo. Lo que se considera aceptable de la conducta humana var�a de una cultura a otra y de un tiempo a otro. Cada grupo social ha aceptado, en general, gamas de comportamiento para sus integrantes, quiz� con algunas reglas especificas para subgrupos como adultos y ni�os, hombres y mujeres, artistas y atletas. La conducta inusual puede considerarse como algo divertido, desagradable o delito castigable. Alguna conducta normal en una cultura puede juzgarse inaceptable en otra. Por ejemplo, el comportamiento agresivamente competitivo se considera rudo en culturas altamente cooperativas. Por el contrario, en algunas subculturas de una sociedad muy competitiva, como la de los Estados Unidos, la falta de inter�s en la competencia puede verse como algo discordante. Aunque el mundo tiene una amplia diversidad de tradiciones culturales, hay algunos tipos de conducta (como incesto, violencia contra la familia, robo y violaci�n) que se consideran inaceptables en casi todas ellas. Las consecuencias sociales que se consideran apropiadas para la conducta inaceptable tambi�n var�an ampliamente entre las distintas sociedades y aun dentro de ellas. El castigo a los criminales va desde multas o humillaciones hasta encarcelamiento o exilio, desde palizas o mutilaci�n hasta la ejecuci�n. La forma de castigo apropiado depende de las teor�as acerca de su prop�sito, ya sea para evitar que el individuo repita el delito o para disuadir a otros de cometerlo, o simplemente para causar sufrimiento por su propia falta. El �xito del castigo para detener el crimen es dif�cil de analizar, debido en parte a las limitaciones �ticas de experimentos que asignan diferentes castigos a criminales similares, y en parte a causa de la dificultad de mantener otros factores constantes. Durante mucho tiempo, la tecnolog�a ha desempe�ado un papel importante
en la conducta humana. El gran valor asignado a la nueva invenci�n
tecnol�gica en muchas partes del mundo ha conducido a la comunicaci�n
y los viajes cada vez m�s r�pidos y baratos, lo cual a su vez ha dado
lugar a la difusi�n pronta de modas e ideas en vestido, comida, m�sica
y formas de recreaci�n. Los libros, las revistas, la radio y la televisi�n
describen las maneras para vestir, criar ni�os, ganar dinero, encontrar
la felicidad, casarse, cocinar y hacer el amor. De manera impl�cita
tambi�n promueven valores, aspiraciones y prioridades mediante la
descripci�n del comportamiento de la gente, como ni�os, padres, maestros,
pol�ticos y atletas, y las actitudes que muestran hacia la violencia,
el sexo, las minor�as, las funciones de hombres y mujeres, y la legalidad.
CONDUCTA GRUPALAdem�s de pertenecer a los ambientes social y cultural dentro de los que nacen, las personas se unen de manera voluntaria a grupos que se basan en actividades, creencias o intereses compartidos (como sindicatos, partidos pol�ticos o clubes). La pertenencia a estos grupos influye en la forma en que los individuos piensan de s� mismos y c�mo otros piensan acerca de ellos. Estos agrupamientos imponen expectativas y reglas que hacen m�s predecible el comportamiento de los miembros y permiten a cada conjunto funcionar sin problemas y retener su identidad. Las reglas pueden ser informales y transmitidas, por ejemplo, la manera de comportarse en una reuni�n social, o pueden ser reglas escritas que son impuestas por la fuerza. Los grupos formales indican a menudo el tipo de conducta que favorecen por medio de recompensas (como elogios, premios y privilegios) y castigos (como amenazas, multas y rechazo). La afiliaci�n a cualquier grupo social, ya sea de manera voluntaria o porque se nace en �l, ofrece mucho mejores ventajas: el potencial para reunir recursos (como dinero y trabajo), esfuerzos de com�n acuerdo (como huelgas, boicots o votaciones) e identidad y reconocimiento (como organizaciones, emblemas o atenci�n de los medios de comunicaci�n). Dentro de cada conjunto, las actitudes de los integrantes, las cuales con frecuencia entra�an una imagen superior de su asociaci�n, ayudan a asegurar la cohesi�n del grupo, pero tambi�n pueden conducir a serios conflictos con otras agrupaciones. Es probable que las actitudes hacia los dem�s grupos impliquen estereotipos tratar a todos los miembros de un conjunto como iguales y percibir en la conducta real de esas personas s�lo aquellas cualidades que se ajusten a las preconcepciones del observador. Tal prejuicio social puede incluir un respeto ciego para algunas categor�as de individuos, como los m�dicos o el clero, as� como falta de respeto implacable para otras categor�as de personas, como los extranjeros o las mujeres. La conducta de los grupos no se puede comprender s�lo como el comportamiento global. Por ejemplo, no es posible entender la guerra moderna si se suman las tendencias agresivas de los individuos. Una persona puede comportarse de manera muy diferente en una multitud como en un juego de f�tbol, una ceremonia religiosa o en una l�nea de vigilantes huelguistas que cuando est� sola o con miembros de su familia. Varios ni�os juntos podr�an destrozar un edificio ajeno, pero ninguno de ellos lo har�a en uno propio. Por la misma raz�n, un adulto con frecuencia ser� m�s generoso y sensible a las necesidades de otros como miembro, por ejemplo, de un club o grupo religioso que si estuviera solo. La situaci�n grupal da recompensas de compa�erismo y aceptaci�n para continuar con la actividad compartida del grupo y dificulta culpar o dar cr�dito a una persona Las organizaciones sociales pueden servir para muchos prop�sitos
m�s all� de los originales. Los clubes privados que existen para recrearse,
a menudo son lugares importantes para realizar transacciones de negocios;
las universidades que existen formalmente para promover el aprendizaje
y el saber pueden ayudar a promover o reducir las distinciones de
clase; as� como las organizaciones religiosas y de negocios con frecuencia
tienen agendas sociales y pol�ticas que van m�s all� de obtener lucro
o ejercer el ministerio entre la gente. En muchos casos, un prop�sito
no mencionado de los grupos es el excluir de sus actividades a personas
de categor�as espec�ficas siendo otra forma de discriminaci�n.
CAMBIO SOCIALLas sociedades, como las especies, evolucionan en direcciones que se abren o limitan en parte por fuerzas internas, como el desarrollo tecnol�gico o las tradiciones pol�ticas. Las condiciones de una generaci�n limitan y determinan la gama de posibilidades que se abren para la siguiente. Por un lado, cada nueva generaci�n aprende las formas culturales de la sociedad y, de esta manera, no tiene que reinventar estrategias para producir alimentos, manejar conflictos, educar a los j�venes, gobernar, etc. Tambi�n aprende aspiraciones para saber de qu� manera la sociedad se puede mantener y mejorar. Por otro lado, cada nueva generaci�n debe tratar problemas no resueltos de la generaci�n anterior: tensiones que pueden conducir a la guerra, abuso de drogas en gran escala, pobreza y privaci�n, racismo y un sinn�mero de injusticias personales y grupales. La esclavitud en los albores de la historia de la Uni�n Americana, por ejemplo, todav�a tiene serias consecuencias para los afroestadounidenses y para la econom�a, educaci�n, salud y sistema de justicia estadounidense en general. Las injusticias se pueden mitigar lo suficiente para hacer que las personas las toleren, o pueden desbordarse en una revoluci�n que ataca la estructura de la misma sociedad. Muchas sociedades contin�an perpetuando disputas de muchos siglos con otras sobre fronteras, religi�n y creencias muy arraigadas sobre agravios pasados. Los gobiernos suelen tratar de dirigir el cambio social por medio de pol�ticas, leyes, incentivos o coerci�n. A veces estos esfuerzos funcionan de manera eficaz y hacen posible que, de hecho, no haya conflicto social. En otras ocasiones, tales esfuerzos pueden precipitar el conflicto. Por ejemplo, el establecimiento de comunas agr�colas en la Uni�n Sovi�tica, en contra de la voluntad de los granjeros de labrar su propia tierra, se llev� a cabo s�lo con la fuerza armada y la p�rdida de millones de vidas. La liberaci�n de esclavos en los Estados Unidos vino s�lo como consecuencia de una guerra civil sangrienta; 100 a�os m�s tarde, la eliminaci�n de la segregaci�n racial expl�cita se consigui� en algunos lugares s�lo haciendo uso de la acci�n legislativa, requerimientos de los tribunales y guardia militar armada y contin�a siendo un problema social muy importante. Los factores externos incluyendo guerra, migraci�n, dominaci�n colonial, ideas for�neas, tecnolog�a, pestes y desastres naturales tambi�n determinan la forma en que se desarrolla cada sociedad. La perspectiva de la Uni�n Sovi�tica, por ejemplo, est� influida en gran medida por las p�rdidas devastadoras que sufri� en ambas guerras mundiales. Las sociedades indoamericanas fueron destruidas y desplazadas por las enfermedades y guerras tra�das por los colonizadores provenientes de Europa. En los Estados Unidos la importaci�n forzosa de africanos y las oleadas sucesivas de inmigrantes de Europa, Latinoam�rica y Asia han afectado mucho a los sistemas pol�tico, econ�mico y social (como el trabajo, los bloques electorales y los programas educativos), as� como lo referente a la variedad cultural de la naci�n. Los desastres naturales, como las tormentas o sequ�as, pueden causar la p�rdida de cosechas, aparici�n de penalidades y hambre, y en ocasiones migraci�n o revoluci�n. La comunicaci�n y el transporte c�modos tambi�n estimulan el cambio social. Los grupos antes aislados geogr�fica y pol�ticamente se vuelven a�n m�s conscientes de las distintas formas de pensar, vivir y comportarse, y en ocasiones de la existencia de vastos y diferentes modos de vida. Las migraciones y los medios de comunicaci�n de masas conducen no s�lo al mestizaje cultural, sino tambi�n a la extinci�n de algunas culturas y a la r�pida evoluci�n de otras. La comunicaci�n y el transporte mundial f�cil traen confrontaciones de valores y expectativas en ocasiones de forma deliberada, como la propaganda, y otras de manera incidental, como la b�squeda de intereses comerciales. El tama�o de la poblaci�n humana, su concentraci�n en lugares espec�ficos y su patr�n de crecimiento reciben la influencia del ambiente f�sico y de muchos aspectos de la cultura: econom�a, pol�tica, tecnolog�a, historia y religi�n. Como respuesta a la preocupaci�n econ�mica, los gobiernos nacionales establecen diferentes pol�ticas, algunas para reducir el crecimiento de la poblaci�n, otras para aumentarlo. Algunos grupos religiosos tambi�n asumen una posici�n firme respecto a las cuestiones de poblaci�n. Los jerarcas de la Iglesia cat�lica romana, por ejemplo, han hecho por mucho tiempo campa�as en contra de la anticoncepci�n, mientras que en los �ltimos a�os, l�deres religiosos de otras creencias importantes han apoyado el uso de anticonceptivos para reducir el tama�o de la familia. Aparte de las pol�ticas gubernamentales o doctrinas religiosas, muchas personas deciden tener un hijo con base en cuestiones pr�cticas, como el riesgo de salud para la madre, el valor o costo de un ni�o en t�rminos sociales y econ�micos, la cantidad de espacio para vivir o un sentimiento personal de adaptabilidad como padres. En algunas partes del mundo y dentro de grupos con escasa educaci�n las parejas tienen poco conocimiento de la tecnolog�a moderna de control natal, o poco o ning�n acceso a ella. En la Uni�n Americana, la tendencia a las relaciones sexuales casuales en la adolescencia ha llevado a un incremento de las cifras de embarazos inesperados o no deseados. A su vez, los sistemas sociales reciben la influencia de la poblaci�n
su tama�o, coeficiente de cambio y la proporci�n de personas con caracter�sticas
diferentes (como edad, sexo o idioma). El gran incremento en el tama�o
de la poblaci�n requiere mayor especializaci�n de trabajo, nuevas
responsabilidades gubernamentales, nuevos tipos de instituciones y
la necesidad de poner en orden una distribuci�n m�s compleja de recursos.
Los patrones de poblaci�n, particularmente cuando est�n cambiando,
tambi�n influyen en la modificaci�n de las prioridades sociales. Cuanto
m�s grande sea la variedad de subculturas, m�s diversas ser�n las
providencias que deben tomarse respecto a ellas. En la medida que
se incremente el tama�o de un grupo social, aumentar� su influencia
en la sociedad. Dicha influencia puede ejercerse a trav�s de los mercados
(como los j�venes, quienes, como grupo, compran m�s equipo deportivo),
el poder electoral (por ejemplo, las personas ancianas probablemente
votar�n menos en favor de la legislaci�n escolar) o el reconocimiento
de necesidades por los planificadores sociales (por ejemplo, muchas
madres de familia que trabajan fuera de casa requerir�n programas
de guarder�as).
TRUEQUES SOCIALESLa elecci�n entre beneficios y costos alternativos es inevitable para los individuos y grupos. Para obtener algo que se desea o necesita, por lo general es necesario dar algo que ya se tiene o al menos dar una oportunidad para ganar algo a cambio. Por ejemplo, cuanto m�s gaste el p�blico como un todo en proyectos financiados por el gobierno, como carreteras y escuelas, menos gastar� en defensa (si es que ya se ha decidido no aumentar el ingreso o la deuda). Los trueques sociales no siempre son econ�micos o materiales. En ocasiones, surgen de elecciones entre los derechos particulares y el bien p�blico: por ejemplo, las leyes sobre fumar cigarrillos en lugares p�blicos, limpiar los excrementos de las mascotas y los l�mites de velocidad en las carreteras restringen la libertad individual de algunas personas para beneficio de otras. O las elecciones deben surgir entre la est�tica y la utilidad. Por ejemplo, un complejo de departamentos a gran escala puede ser aceptado por los futuros ocupantes, pero la gente que ya vive en el vecindario puede no estar de acuerdo. Personas distintas tienen ideas diferentes sobre la manera de realizar los trueques, lo cual resultar�a en compromisos o continua discordia. La forma en que se satisfacen diferentes intereses depende con frecuencia de las cantidades relativas de recursos o poder que poseen los individuos o grupos. Los esfuerzos pac�ficos empe�ados en el cambio social tienen m�s �xito cuando las personas afectadas se incluyen en la planeaci�n, cuando los expertos est�n dispuestos a dar informaci�n y cuando los valores y las luchas de poder se comprenden claramente y se incorporan en el proceso de toma de decisiones. Con frecuencia surge la pregunta de si un arreglo actual debe mejorarse o inventarse uno nuevo. Por un lado, componer en repetidas ocasiones una situaci�n problem�tica puede hacerla suficientemente tolerable que nunca se lleva a cabo el cambio a gran escala del problema subyacente. Por otro lado, apresurarse a reemplazar cada sistema que presenta problemas puede crear m�s dificultades de las que resuelve. Es dif�cil comparar los beneficios potenciales de las alternativas sociales. Una raz�n es que no hay una medida com�n para diferentes formas de bien, por ejemplo, no existe ninguna medida por medio de la cual la riqueza y la justicia social puedan compararse directamente. Otra raz�n es que grupos diferentes de personas asignan valores muy distintos incluso al mismo tipo de bien social, por ejemplo, la educaci�n p�blica o el salario m�nimo. En una poblaci�n muy grande, las comparaciones de valores son a�n m�s complicadas por el hecho de que un porcentaje muy peque�o de la poblaci�n puede ser un gran n�mero de personas. Por ejemplo, si se afirma que en una poblaci�n total de 100 millones hay un alza en el �ndice de desempleo de s�lo una cent�sima del 1% (el cual parecer�a insignificante), implica una p�rdida de 10 000 empleos (lo cual se juzgar�a muy grave). La apreciaci�n de las consecuencias en los trueques sociales tiende a implicar tambi�n otras cuestiones. Una es un efecto de distancia: cuanto m�s lejos en la distancia o el tiempo est�n las consecuencias de una decisi�n, se les dar� probablemente menos importancia. Por ejemplo, es menos probable que los habitantes de la ciudad respalden la legislaci�n nacional de apoyo a la agricultura que los campesinos, y �stos pueden no desear pagar un impuesto federal en beneficio de proyectos de vivienda en la ciudad. Como individuos, parece dif�cil resistir a un placer inmediato aun cuando las consecuencias de largo plazo puedan resultar negativas, o tolerar una molestia inmediata por un beneficio futuro. De manera similar, la sociedad atribuye m�s importancia a beneficios inmediatos (como el consumo r�pido del petr�leo y los dep�sitos minerales) que a consecuencias de largo plazo (las generaciones actuales o futuras, podr�an sufrir escasez m�s tarde). El efecto de la distancia al juzgar los trueques sociales aumenta a menudo por la incertidumbre de si ocurrir�n a final de cuentas los costos y beneficios potenciales. En ocasiones se pueden estimar las probabilidades de varios resultados posibles de una decisi�n social, por ejemplo, que el coito sin anticonceptivos dar� por resultado un embarazo en uno de cuatro casos. Si las medidas de valor relativas tambi�n pueden asignarse a todos los resultados posibles, las probabilidades y medidas de valor pueden combinarse para estimar qu� alternativa ser�a la mejor apuesta. Pero aun cuando ambas probabilidades y medidas de valor est�n disponibles, podr�a haber debate sobre la manera de reunir la informaci�n. Por ejemplo, las personas pueden temer tanto alg�n riesgo particular, que insistan en la factibilidad de reducir el riesgo lo m�s cercano a cero, independientemente de qu� otros riesgos o beneficios est�n implicados. Por �ltimo, las decisiones sobre alternativas sociales suelen complicarse
por el hecho de que las personas son reactivas. Cuando se ejecuta
un programa social para conseguir alg�n efecto futuro, la inventiva
de las personas para promover o resistir tal efecto siempre se sumar�
a la incertidumbre del resultado.
SISTEMAS POL�TICOS Y ECON�MICOSEn la mayor parte de los pa�ses del mundo se asigna la autoridad y el poder nacionales a varios individuos y grupos por medio de la pol�tica, por lo general mediante compromisos entre los intereses en conflicto. A trav�s de la pol�tica, se eligen o nombran gobiernos o, en algunos casos, se crean por la fuerza armada. Los gobiernos tienen el poder para hacer, interpretar y aplicar las reglas y decisiones que determinan la manera en que se administran las naciones. Las reglas que formulan los gobiernos abarcan una amplia variedad de asuntos humanos, incluidos comercio, educaci�n, matrimonio, cuidado m�dico, empleo, servicio militar, religi�n, viajes, investigaci�n cient�fica e intercambio de ideas. Por lo general, un gobierno nacional o en algunos casos, uno estatal o local es el responsable de suministrar servicios que individuos u organizaciones privadas no creen ser capaces de realizar de manera adecuada por si mismos. La Constituci�n de los Estados Unidos de Am�rica, por ejemplo, requiere que el gobierno federal lleve a cabo s�lo unas cuantas de esas funciones: la entrega de correo, los censos, acu�aci�n de monedas y defensa militar. No obstante, el tama�o y la complejidad crecientes de la sociedad estadounidense ha llevado a una vasta expansi�n de las actividades gubernamentales. En la actualidad, el gobierno federal se encuentra implicado directamente en �reas como educaci�n, asistencia social, derechos civiles, investigaci�n cient�fica, predicci�n del clima, transporte, preservaci�n de recursos naturales, como los parques nacionales, y muchas m�s. Las decisiones sobre las responsabilidades que los gobiernos locales, estatales y nacionales deben asumir, se negocian entre los funcionarios del gobierno, quienes reciben la influencia de sus electores y los centros de poder como corporaciones, fuerzas armadas, intereses agr�colas y sindicatos. Los sistemas econ�mico y pol�tico de las naciones difieren en muchos aspectos, incluyendo la forma de cotizar bienes y servicios; las fuentes de capital para nuevos negocios; los l�mites a los beneficios regulados por el gobierno; la reuni�n, gasto y control del dinero; y las relaciones de gerentes y trabajadores entre s� y con el gobierno. El sistema pol�tico de una naci�n se entrelaza de manera estrecha con su sistema econ�mico, arbitrando la actividad econ�mica de los individuos y grupos en cada nivel. Es �til pensar sobre la econom�a de una naci�n como tendiente hacia uno u otro de dos modelos te�ricos principales: en un extremo se encuentra el sistema capitalista puro, el cual supone que la libre competencia produce el mejor reparto de recursos escasos, la mayor productividad y eficacia, as� como los costos m�s bajos. Las decisiones sobre qui�n hace eso y qui�n obtiene aquello se toman de manera natural cuando los consumidores y negocios interact�an en el mercado, donde los precios se ven influidos en gran medida por el costo de los productos y la cantidad que la gente est� dispuesta a pagar por ellos. La mayor parte de las empresas se inician por individuos o grupos voluntarios de personas. Cuando se necesitan m�s recursos de los que dispone cualquier persona (como para construir una f�brica), �stos se pueden obtener de otras personas, ya sea pidiendo pr�stamos a los bancos o vendiendo acciones de la empresa a otros individuos. La alta motivaci�n personal para competir requiere la propiedad privada de los recursos productivos (como tierra, f�bricas y embarcaciones) y la m�nima interferencia gubernamental con la producci�n o el comercio. De acuerdo con la teor�a capitalista, la iniciativa individual, el talento y el arduo trabajo se recompensan con el �xito y la riqueza, al tiempo que se protegen los derechos pol�ticos y econ�micos. En el otro extremo se encuentra el sistema socialista puro, el cual sostiene que la distribuci�n m�s sabia y m�s justa de los recursos se lleva a cabo por medio de la planeaci�n gubernamental de lo que se produce, qui�n lo obtendr� y a qu� precio. La mayor parte de las empresas se inician y financian por el gobierno. El Estado se apropia de todos los recursos de producci�n con base en la hip�tesis de que la propiedad privada causa codicia y conduce a la explotaci�n de los trabajadores por el patr�n. De acuerdo con la teor�a socialista, las personas contribuyen con su trabajo y talento para la sociedad, no para beneficio personal sino para bien social; y el gobierno otorga beneficios a las personas equitativamente con base en sus necesidades relativas, no en su talento ni esfuerzo. El bienestar de la sociedad como un todo se considera m�s importante que los derechos de cualesquier individuo. No obstante, no existen naciones con sistemas econ�micos capitalistas o socialistas extremos; en vez de ello, los pa�ses del mundo tienen por lo menos algunos elementos de ambos sistemas. Tal mezcla es comprensible en t�rminos pr�cticos. Por un lado, dentro de un sistema capitalista, la competencia rara vez es libre porque para cualquier recurso, producto o servicio unas cuantas corporaciones o uniones tienden a monopolizar el mercado y a cobrar m�s de lo que la competencia abierta permitir�a. La discriminaci�n que se basa en actitudes sociales econ�micamente no pertinentes (por ejemplo, en contra de minor�as y mujeres, en favor de amigos y parientes) distorsiona a�n m�s el ideal de la competencia libre. Aun cuando el sistema sea eficiente, tiende a hacer a algunos individuos muy ricos y a otros muy pobres. As�, los Estados Unidos, por ejemplo, tratan de limitar los efectos extremos de su sistema econ�mico b�sicamente capitalista por medio de la intervenci�n gubernamental selectiva en el sistema de libre mercado. Esta intervenci�n incluye impuestos que aumentan con el monto de la riqueza; seguro de desempleo; seguro m�dico; apoyo asistencial para los pobres; leyes que limitan el poder econ�mico de cualquier corporaci�n; regulaci�n del comercio entre los estados, restricciones gubernamentales a la publicidad falsa, productos no seguros y empleo discriminatorio, as� como subsidios a la agricultura e industria. Por otro lado, una econom�a puramente socialista, aun cuando puede
ser m�s equitativa, tiende a ser ineficiente al descuidar la iniciativa
privada y al tratar de planear cada detalle de toda la econom�a nacional.
Al no haber ventajas en beneficios para motivar los esfuerzos de las
personas, la productividad tiende a disminuir. Y al no tener los individuos
la libertad para tomar decisiones por s� mismos, es dif�cil responder
a las variaciones de corto plazo en la oferta y la demanda. Adem�s,
surgen las econom�as subterr�neas para enfrentar realidades de oferta
y demanda de productos para el consumidor. Por tanto, muchos sistemas
socialistas permiten cierta medida de competencia abierta y reconocen
la importancia de la iniciativa y propiedad privadas. En la actualidad,
la mayor parte de las econom�as del mundo est�n en proceso de cambio
algunas est�n adoptando m�s pol�ticas y pr�cticas capitalistas; otras,
m�s pol�ticas y pr�cticas socialistas.
CONFLICTO SOCIALEn todas las sociedades humanas hay conflicto, y todas ellas cuentan con sistemas para regularlo. Por lo general, el conflicto entre personas o grupos surge de la competencia por recursos, poder y posici�n social. Los miembros de la familia compiten por atenci�n. Los individuos lo hacen por el trabajo y la riqueza. Las naciones por territorio y prestigio. Los distintos grupos de inter�s compiten para tener influencia y poder para crear reglas. A menudo, la competencia no es por recursos sino por ideas una persona o grupo quiere tener las ideas o la conducta de otro grupo suprimido, castigado o declarado ilegal. El cambio social puede ser capaz de provocar conflicto. Son escasas o nulas las probabilidades de que se proponga un cambio pol�tico, econ�mico o social que beneficie equitativamente a cada componente del sistema social y, por tanto, resisten los grupos que se observan como posibles perdedores. Las hostilidades y recelos mutuos se agravan por la incapacidad de los partidarios y adversarios de alg�n cambio para pronosticar en forma convincente cu�l de todos los efectos provendr� de hacer el cambio o no hacerlo. El conflicto es particularmente agudo cuando s�lo existen unas cuantas alternativas sin compromiso posible por ejemplo, entre la rendici�n y la guerra o entre el candidato A y el B. Aun cuando las cuestiones pueden ser complejas y las personas no difieran al principio mucho en sus apreciaciones, la necesidad de decidir una forma u otra puede conducir a la gente a posiciones extremas que apoyen su decisi�n como alternativa preferible. En los grupos familiares y las peque�as sociedades, las leyes se declaran por autoridades reconocidas, como los padres o ancianos. Pero casi todos los grupos desde facultades universitarias hasta tropas locales de ni�os exploradores han formalizado procedimientos para establecer reglas y arbitrar disputas. A gran escala, el gobierno proporciona mecanismos para solucionar conflictos por medio de la creaci�n de leyes y su administraci�n. En una democracia, el sistema pol�tico dirime el conflicto social por medio de elecciones. Los candidatos a un cargo dan a conocer sus propuestas para crear y modificar reglas, y las personas votan por quienes creen que tienen la mejor combinaci�n de prop�sitos y las mejores oportunidades de llevarlos a cabo efectivamente. Pero la necesidad de realizar trueques sociales complejos suele impedir que los pol�ticos cumplan todas sus propuestas una vez en el poder. El deseo de tener libertad completa para ir y venir como a uno le plazca, cargar armas y organizar manifestaciones puede estar en conflicto con el anhelo de seguridad p�blica. El deseo de tomar decisiones eficaces y firmes en el extremo, una dictadura puede entrar en conflicto con el deseo de la participaci�n p�blica en el extremo, una democracia en la que todos votan por todo. La creaci�n de leyes y pol�ticas, por lo general, implica la elaboraci�n de compromisos que se negocian entre los diversos grupos de inter�s. Los grupos peque�os de personas con intereses especiales que ellos consideran muy importantes pueden ser capaces de convencer a sus miembros para votar con base en esa �nica cuesti�n y, por tanto, demandar concesiones provenientes de una mayor�a m�s difusa. Aun cuando la mayor�a de las personas en una sociedad est� de acuerdo con una decisi�n social, la minor�a que no lo est� puede tener cierta protecci�n. En el sistema pol�tico estadounidense, por ejemplo, los gobiernos federal y estatales cuentan con constituciones que establecen derechos para los ciudadanos que no pueden modificar los funcionarios electos, sin importar cu�n grande sea la mayor�a que los apoya. Los cambios en esas constituciones por lo general requieren de mayor�as muy grandes, de dos tercios o tres cuartos de todos los votantes, en vez de s�lo la mitad m�s uno. Una estrategia para las minor�as pol�ticas consiste en unir esfuerzos, al menos temporalmente, con otros grupos peque�os que tengan en parte intereses similares. Una coalici�n de minor�as puede ser capaz de ejercer una influencia considerable. Dicha coalici�n puede llegar incluso a ser una mayor�a, siempre y cuando sus intereses comunes sobrepasen sus diferencias. El sistema bicameral en la legislatura federal y en la mayor parte de las legislaturas estatales brinda una protecci�n similar de los derechos pol�ticos. En el Congreso, por ejemplo, la C�mara baja tiene representaci�n en forma proporcional a la poblaci�n, de modo que cada ciudadano del pa�s est� representado de manera igual. Sin embargo, la C�mara alta tiene exactamente dos miembros para cada estado sin importar su poblaci�n, asegurando con eso que los ciudadanos de cualquier estado, sin importar si es peque�o, tengan la misma representaci�n que los de otro estado, aun cuando sea grande. Adem�s, las sociedades han desarrollado muchas maneras informales
de ventilar conflictos, incluyendo debates, huelgas, manifestaciones,
encuestas, propaganda y hasta juegos, canciones y caricaturas. Los
medios de comunicaci�n proporcionan una instancia �ptima para que
grupos peque�os de personas con motivo de queja hagan proposiciones
p�blicas de gran alcance entre el auditorio (y aun pueden alentar�as).
Cualesquiera de estas formas y medios pueden liberar tensiones y promover
el compromiso o exaltar y polarizar m�s a�n las diferencias. El fracaso
para resolver o moderar conflictos conduce a un tremendo estr�s en
el sistema social. La incapacidad o la falta de voluntad para cambiar
puede acabar en un alto nivel de conflicto: litigios, sabotaje, violencia
o revoluciones y guerras totales. El conflicto intergrupal, legal
o de otro tipo, no necesariamente termina cuando cierta porci�n de
la sociedad logra al fin una decisi�n a su favor. Los grupos opuestos
podr�an entonces desplegar esfuerzos para revertir, modificar o evitar
el cambio, y por tanto, el conflicto contin�a. No obstante, la disputa
tambi�n solidifica la acci�n grupal; tanto las naciones como las familias
tienden a unirse en tiempos de crisis. En ocasiones, los l�deres de
estos grupos utilizan este conocimiento de manera deliberada para
provocar conflicto con un grupo de fuera, a fin de reducir as� las
tensiones y consolidar el apoyo dentro de su propio grupo.
INTERDEPENDENCIA MUNDIALLas naciones y culturas son cada vez m�s dependientes unas de otras a trav�s de los sistemas econ�micos internacionales y los problemas ambientales compartidos, como los efectos mundiales de la guerra nuclear, la deforestaci�n y la lluvia �cida. Asimismo, aprenden m�s unas de otras por medio de los viajes internacionales y el uso de los medios de comunicaci�n. Cada vez m�s, el sistema mundial se est� convirtiendo en una red muy apretada, en la que un cambio en cualquier parte de �sta traer� consecuencias en el resto. Por ejemplo, los conflictos locales se extienden m�s all� de sus l�mites para involucrar a otras naciones; la fluctuaci�n del abasto de petr�leo afecta la productividad econ�mica, los equilibrios comerciales, las tasas de inter�s y el empleo en todo el mundo. Se relacionan la riqueza, la seguridad y el bienestar general de casi todas las naciones. Hay un creciente consenso entre los l�deres de la mayor parte de los pa�ses de que las pol�ticas aislacionistas ya no son sostenibles y que las cuestiones globales, como el control de la proliferaci�n de armas nucleares y la protecci�n del sistema monetario mundial de fluctuaciones violentas, se puede conseguir s�lo por la acci�n concertada de todas las naciones. Las naciones interact�an por medio de una amplia variedad de arreglos formales e informales. Los primeros incluyen relaciones diplom�ticas, alianzas militares y econ�micas, y organizaciones mundiales como las Naciones Unidas o el Banco Mundial. Sin embargo, a diferencia de los gobiernos nacionales, las organizaciones mundiales con frecuencia tienen s�lo autoridad limitada sobre sus miembros. Otros arreglos incluyen intercambios culturales, flujo de turistas, intercambios estudiantiles, comercio internacional y las actividades de organizaciones no gubernamentales con membres�a en todo el mundo (como Amnist�a Internacional, campa�as contra el hambre, la Cruz Roja y organizaciones deportivas). La riqueza de una naci�n depende del esfuerzo y habilidades de sus trabajadores, sus recursos naturales, y el capital y la tecnolog�a disponibles para la elaboraci�n de la mayor parte de aquellos recursos y habilidades. Sin embargo, la riqueza nacional no s�lo depende de cu�nto puede producir un pa�s por si mismo, sino tambi�n del equilibrio entre las importaciones de productos de otros pa�ses y las exportaciones hacia ellos. El comercio internacional no se debe s�lo a que los pa�ses carezcan de ciertos recursos o productos, como petr�leo, diversos granos alimenticios o autom�viles eficientes. Aun cuando un pa�s pueda producir todo lo que necesita, le beneficia comerciar con otras naciones. Si un pa�s elabora sus productos de manera m�s eficiente (en t�rminos de calidad o costo, o ambos) y los vende a otras naciones, un sistema tal permite te�ricamente a todas las naciones participantes salir adelante. Sin embargo, hay muchas influencias pr�cticas que distorsionan la realidad econ�mica del comercio internacional. Por ejemplo, �ste puede frustrarse por el miedo a la explotaci�n por naciones m�s poderosas econ�mica o pol�ticamente, por el deseo de proteger grupos especiales de trabajadores quienes perder�an frente a la competencia econ�mica extranjera y por no querer llegar a ser dependiente de otros pa�ses para ciertos productos a los que no se podr�a tener acceso en caso de futuros conflictos. Debido a los v�nculos internacionales cada vez m�s numerosos, las distinciones entre pol�tica internacional y nacional pueden resultar poco claras en muchos casos. Por ejemplo, las pol�ticas que determinan qu� clase de autom�viles o ropa comprar y a qu� precios, se basan en el comercio exterior y la balanza internacional de pagos. La producci�n agr�cola del pa�s depende de los mercados extranjeros, as� como de las pol�ticas nacionales. Aun cuando los mercados internacionales pueden representar una ventaja para todos los pa�ses, pueden significar una gran desventaja para grupos particulares de personas dentro de las naciones. La producci�n barata de autom�viles en los pa�ses de Asia, por ejemplo, puede beneficiar a los compradores de coches de todo el mundo; pero tambi�n puede llevar a la quiebra a los fabricantes en otros pa�ses. Por tanto, las pol�ticas nacionales pueden necesitarse para evitar la penuria de tales grupos; esas pol�ticas a sus vez afectar�n el comercio internacional. Las naciones con un consenso interno fuerte acerca de sus propias ideolog�as pol�ticas o religiosas pueden llevar a cabo pol�ticas extranjeras que promuevan de manera activa la difusi�n de tales ideolog�as en otros pa�ses y socaven grupos con ideas competidoras. La creciente interdependencia de los sistemas social, econ�mico y
ecol�gico del mundo, dificulta predecir las consecuencias de las decisiones
sociales. Los cambios en cualquier parte del mundo han podido ampliar
los efectos en otra parte, con altos beneficios para ciertas personas
y grandes costos para otras. Tambi�n existe la posibilidad de que
algunos cambios produzcan inestabilidad e incertidumbre, lo cual representa
una desventaja para todos. La estabilidad mundial depende de que las
naciones establezcan sistemas m�s confiables para hacer negocios e
intercambiar informaci�n, desarrollar mecanismos de vigilancia para
advertir de cat�strofes mundiales (como el hambre y la guerra nuclear)
y reducir la gran distancia en el est�ndar de vida entre las naciones
m�s ricas y las m�s pobres. Las naciones, al igual que todos los participantes
en los sistemas sociales, en ocasiones encuentra a su favor sufrir
algunas p�rdidas de corto plazo para lograr los beneficios de largo
plazo de una econom�a mundial estable. |
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